12 mayo, 2022

 

Una reflexión sobre el proceso cómo hoy estamos cerca, muy cerca, de tener Ley de Emprendimiento Social en Colombia. Una lucha de un conjunto de personas e instituciones que ven en el modelo de negocio social y su impulso, una forma de continuar transformando realidades.

Por: María Isabel Giraldo

 

Hace un año y medio, en diciembre de 2021, los participantes del ecosistema del Emprendimiento Social en Colombia recibimos una excelente noticia: este modelo de negocio fue incluido en dos artículos de la Ley de Emprendimiento, aprobada como Ley de la República.

Quienes estuvimos trabajando por este pequeño triunfo sabíamos que el resultado tenía un gran significado simbólico. El país reconocía esta nueva e innovadora manera de generar impacto social y ambiental y, al mismo tiempo, rentabilidad. Sin embargo, el logro no fueron solo esos dos artículos. El proceso en el Congreso demostró que todos los espectros políticos ven el Emprendimiento, en particular el verde y el social, como un pilar fundamental del desarrollo del país, la reducción de desigualdades, la protección del medio ambiente y la construcción de Paz. Para mí, desde la coordinación de incidencia pública de RECON Colombia, presenciar y participar en ese gran consenso, en un país tan dividido en la mayoría de los aspectos, fue un respiro y una razón de esperanza.

A solo dos meses de terminar la legislatura del actual Congreso, está en la Plenaria de la Cámara de Representantes el proyecto de Ley de Emprendimiento Social, listo para su cuarto y último debate, a un pelo de ser Ley. Ya no son solo dos artículos sino un cuerpo normativo completo e integral que busca sentar las bases para una verdadera política pública de Emprendimiento Social en Colombia. Su aprobación sería una victoria más allá de lo esperado en un Congreso que suele ser lento y le cuesta tramitar proyectos de Ley que salen de los temas tradicionales.

 

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Independientemente de si este Proyecto se convierte o no en Ley, su paso por tres debates representa por si solo un mensaje contundente a todos los sectores del país: Los emprendedores sociales llevan años trabajando con recursos limitados y poco apoyo institucional en las regiones más olvidadas por el Estado y el sector privado para transformar vidas y generar bienestar. Lo están haciendo sin esperar un reconocimiento legal y lo seguirán haciendo con o sin el anhelado cuarto debate. Este paso también muestra un proceso en el que congresistas de distintos partidos, emprendedores, fundaciones, expertos, funcionarios públicos y privados se sentaron a discutir y debatir cómo debería construirse una política pública sobre este tema. De nuevo, los consensos y los diálogos diversos y respetuosos siempre serán una buena noticia en Colombia. La aprobación de Ley será clave y aportará en gran medida a que nazcan y crezcan más emprendimientos sociales en Colombia. Pero lo que ya vimos que se alcanzó puede desde hoy generar cambios.

Lograr la convergencia entre sectores políticos y económicos, entre valores aparentemente opuestos como el impacto y la rentabilidad, es una más de las razones por las que los emprendimientos sociales en Colombia deben ser reconocidos, promovidos y fortalecidos. Crear espacios de encuentro es parte de su esencia. Esperemos poder presenciar en los próximos meses otro de estos espacios en la Cámara.

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