9 abril, 2022

Una reflexión sobre las razones por las cuales Colombia debe tener una Ley de Emprendimiento Social. Hoy estamos muy cerca de tenerla.
Por: Andrés Santamaría
El mundo está en llamas y Colombia no es ajeno a la crisis social, económica y ambiental, que además, se incrementó por causa de la pandemia del Covid-19. En las problemáticas sociales los emprendedores sociales ven oportunidades y a través de la innovación encuentran soluciones para superar la adversidad de manera sostenible. El contexto nacional ha dejado en evidencia la imperante necesidad de generar oportunidades para los jóvenes, que han demostrado su interés y capacidad por querer transformar el mundo, por querer impactar desde sus acciones.
La reciente radiografía al estado del Emprendimiento Social en Colombia, que realizamos desde RECON, organización sin ánimo de lucro que identifica, inspira, conecta y hace más fuertes emprendimientos sociales en Colombia, arrojó que el mayor porcentaje de emprendedores sociales en el país, son jóvenes, entre 18 y 35 años (45,6%).
En diciembre 31 del 2020 el Presidente de la República sancionó la Ley de Emprendimiento, en la que incluyó dos artículos que hacen mención al Emprendimiento Social, lo cual vemos como una oportunidad que abre un gran paso al fortalecimiento de los emprendimientos sociales en Colombia. Logro que nos ganamos a pulso, gracias a la visibilización e impulso que dimos al articulado, con el apoyo de otros actores del ecosistema.
Sin embargo, sabemos que no es suficiente, se necesita que el Emprendimiento Social sea reconocido como modelo de negocio, que exista políticas públicas, un marco normativo y regulatorio que permita su existencia y bajo el cual se puedan constituir, distinguiéndose de las S.A.S y las ESALES. Así mismo, es necesario incentivar y estimular la creación de este tipo de emprendimientos que aportan a la solución de problemáticas sociales de manera sostenible y que generan un impacto social positivo, llevando las transformaciones que requieren los territorios y que el Estado no ha sido capaz de lograr.
Los emprendimientos sociales son dinamizadores de la economía, que reducen pobreza, desigualdades y generan empleo, así lo demuestra la experiencia en otros países. En la Unión Europea, las empresas sociales representaban para 2015 el 10% de la economía europea (PIB) y empleaban a más de 11 millones de personas. Una de cada cuatro nuevas empresas que se crean cada año en la UE es social. Para 2012 en Reino Unido, 2 millones de personas eran empleadas por empresas sociales. En Italia, en 2017, se estimó que había 102.000 empresas sociales que empleaban a 900.000 personas y movían 42,700 millones de euros anuales. En India, para 2016 se habían identificado 2 millones de empresas sociales, que empleaban en promedio 19 personas cada una.
En Japón, se pasó de 1.176 emprendimientos sociales en 1999 a 30.000 en 2008, contribuyendo al 1.5% del PIB del país. En Australia, para 2016 se estimó que había 20.000 empresas sociales, que emplean a más de 300.000 personas. Se estimó que constituían el 2-3% del PIB. Se espera que en la próxima década aumente hasta el 4% del PIB y que emplee a 500.000 australianos.
Las empresas sociales para el 2015 aportaban más del 5% del PIB en países como Canadá, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos; el 10% del PIB de Francia, y el 15% del PIB de Italia. En países como España, Bélgica y Países Bajos están generando de 13% al 20% de los empleos. Según estimaciones del Parlamento Europeo y el Global Entrepreneurship Monitor, en la última década, las empresas con propósito han aumentado considerablemente en visibilidad y volumen en todo el mundo, hasta el punto de representar el 8% del PIB de la Unión Europea y emplear al 7% de su población activa.
Colombia tiene una oportunidad única. Ha sido aprobado por el Senado el proyecto de ley 014/2020S, por medio de la cual “se establecen disposiciones para el reconocimiento y fortalecimiento del Emprendimiento Social en el país”, lo que permitirá establecer lineamientos para que en Colombia haya una política pública de Emprendimiento Social. Ahora esperamos el segundo y último debate en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes para lograr la aprobación del proyecto y posterior sanción de la Ley de Emprendimiento Social.
Estamos muy cerca. Más cerca que nunca. Se requiere la voluntad política de los congresistas y de su compromiso con el desarrollo sostenible para llevar este proyecto a buen puerto. El contexto actual de país reclama este tipo de leyes, que aporten a la construcción de país, y es el escenario indicado para sancionarla.
Es ¡Ahora o nunca!
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